octubre 18, 2025
Cali_atentado_Colombia

Bogotá (EFE).- Mientras avanzan las investigaciones sobre los dos atentados que el jueves pasado sacudieron a Colombia y dejaron al menos 19 muertos y cerca de 80 heridos, el conflicto armado irrumpe como eje central de la campaña para las elecciones de 2026.

Hasta el momento se han detenido a tres hombres señalados de participar en el ataque contra una base aérea en Cali, capital del Valle del Cauca y principal ciudad del suroeste colombiano.

Uno de ellos, según informó el presidente Gustavo Petro, es Diomar Mancilla; los otros dos son Walter Esteban Yonda Ipía y Carlos Steven Obando, cuya detención un juez legalizó este sábado.

Según la Fiscalía, los dos hombres presentados ante la Justicia trasladaron dos camiones cargados con artefactos explosivos hasta las inmediaciones de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez y «habrían activado las plataformas de artefactos improvisados, generando el estallido de uno».

«Dicho procedimiento fue legalizado y avalado por el juez que dirige las audiencias. Un fiscal de la Dirección Especializada contra las Organizaciones Criminales los imputará cargos por su participación en el ataque terrorista», señaló la Fiscalía en un comunicado.

Los dos jóvenes detenidos fueron imputados de los delitos de homicidio agravado en persona protegida; tentativa de homicidio agravado; concierto para delinquir agravado; y fabricación, tráfico y porte de armas, municiones de uso restringido, de uso privativo de las Fuerzas Armadas o explosivos.

¿Quién está detrás de los atentados?

El atentado en la Escuela Militar se le atribuyó al Estado Mayor Central (EMC), la facción más poderosa de las disidencias de las FARC, mientras que el ataque contra un helicóptero policial, ocurrido durante un operativo de erradicación de coca en una zona rural de Amalfi (Antioquia), se atribuyó al frente 33, otra disidencia.

Aunque en un principio se habló del uso de drones para derribar la aeronave, Petro aclaró este sábado que en realidad se trató de una «trampa» previamente instalada en el terreno donde el helicóptero aterrizó.

El lugar, explicó, «ya había sido acondicionado desde días antes, quizás meses, con cilindros de explosivos enterrados bajo un metro en el subsuelo».

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